miércoles, 3 de noviembre de 2010

. EVOLUCIÓN DE LAS ARTES PLÁSTICAS

Después de la Segunda Guerra Mundial, apareció en Colombia un movimiento
heterogéneo y de gran capacidad creativa, cuyos integrantes, cada uno por su
lado, buscaron y encontraron una forma de expresión muy personal. Fue
esta etapa la verdadera irrupción de la plástica colombiana a todas las fuentes
de las que se alimentaba el arte de occidente. El mayor flujo de ideas
transmitidas por los nuevos medios de comunicación, aceleraron los contactos
físicos y espirituales del mundo contemporáneo y el arte fue quizás el ámbito
más sensible a los intercambios.
A partir de 1940, en los salones nacionales de pintura comenzaron a aparecer
figuras como Enrique Grau, Alejandro Obregón, Eduardo Ramírez Villamizar y
Jorge Elías Triana, quienes en pocos años mostraron una rápida evolución para
llegar a un estilo característico. El escritor Alvaro observa que en esta etapa
"la plástica perdió su particularidad de expresarse en tendencias homogéneas,
es decir, de generaciones que tendían a coincidir en puntos conceptuales
básicos, para convertirse en una plástica pluralista".

Alejandro Obregón fue calificado por algún periodista como "el primer pintor
de talento con que cuenta Colombia en este siglo". Sus primeras obras se
pueden interpretar como una reacción contra el grupo de "Los Nuevos" o de los
Bachúes y desde un principio siguió una pauta de expresionismo barroco. Sobre
él señala Rubiano que "ha sido considerado desde hace varios años, uno de
los artistas más característicos del continente, un creador que ha explorado
constantemente el paisaje latinoamericano y que ha sabido reflejar "lo real
maravilloso" de nuestro medio"

Con su estilo muy personal pero fundamentado en un profundo conocimiento
del diseño, de los principios del equilibrio, de los dramáticos contrastes de
color, forma y espacio, ha elaborado una obra en series temáticas de toros,
cóndores, mojarras, barracudas, aves cayendo al mar y flores carnívoras.
Pero aparte de la temática del contorno ha buscado su inspiración en el terrible
mundo de la violencia política de Colombia. En 1961 trabajó en la serie
Genocidio, en la que brotan figuras inspiradas en el Guernica picassiano y culminó
en uno de los cuadros de mayor belleza de la pintura colombiana de este siglo,
"Violencia", que trata la figura de una mujer embarazada, ya muerta, cuyo
perfil se confunde con la línea del horizonte en un paisaje alucinante.

Enrique Grau, excelente dibujante de la figura humana, su pintura tiene
reminiscencias del arte renacentista. Observa Rubiano que "en un cuadro de Grau,
el gran protagonista es el hombre. Todo el espacio y todas las cosas que lo
acompañan no hacen más que realizarlo y entronizarlo como un gran personaje
de un pequeño teatro de broma y diversión.

La pintura de Jorge Elías Triana ha mantenido una fuerza expresionista inspirado
por el mexicano José Clemente Orozco, pero su tratamiento de los planos
en descomposiciones y manejo de transparencias, recuerdan el estilo del cubismo.
Su temática se fundamenta en la crítica social, acercándose a la de "Los Nuevos"
pero ha presentado obras de magnifica calidad en paisajes y bodegones, en los
que ha mostrado su maestría en el oficio de la pintura al óleo.

La vigorosa corriente del arte abstracto que tomó fuerza en Europa desde
la Primera Guerra Mundial, afluyó a Colombia a principios de la década de los
años cincuenta cuando el santandereano Eduardo Ramírez Villamizar presentó
sus obras ejecutadas en Francia, en la dirección del abstraccionismo geométrico,
Sus óleos, organizados en grandes pianos de color puro fueron el preámbulo
de su posterior labor de escultor a la que ha dedicado toda su actividad hasta hoy.

Un poco antes de los anteriores, Marco Ospina había I buscado la solución
abstracta y presentó algunos cuadros en una exposición, y algunos críticos
señalan que cronológicamente fue el primer pintor abstracto del país. Su obra
ha sido del estilo geométrico con algunos elementos figurativos y en sus posteriores
trabajos oscila entre abstracción y figuración para optar finalmente por esta
última solución.

La manifestación del expresionismo abstracto fue adoptada en Colombia hacia los
años 60 por Guillermo Wiedeman, Juan Antonio Roda, Augusto Rivera y Armando
Villegas. La Abstracción de Wiedeman aparece luego de un largo período de
depuración y síntesis entre 1956 y 1958. El color fue el elemento básico en
esta pintura en formas de manchas puras o moduladas, con tratamientos lineales
y de raspado que facilitaron la organización espacial.

Judith Márquez lideró en Colombia el llamado abstraccionismo poético. Su estilo
se depura a la postre en trabajos en que los elementos plásticos se convirtieron en
medios de comunicación poética, en una estructura equilibrada y armónica.

Hacia los años setenta una nueva oleada de artistas no figurativos emergieron
con una nueva manera de expresión: Manuel Hernández, Omar Rayo, Carlos
Rojas, Fanny Sanin, Antonio Grass, David Manzur y Armando Villegas.

Hernández trabaja con las formas de óvalos y rectángulos, ubicadas a través de su
evolución, cada vez más libremente, en medio de un color refinado y lleno de
matices. Anota Germán Rubiano sobre este pintor en sus fases más recientes que
"las obras se hicieron más etéreas, con espacios ambiguos e insondables
y con una clara alusión atmosférica".

Omar Rayo tiene una vasta obra, en la que se hace una mezcla de formas
abstractas y de formas inspiradas en objetos comunes, es decir un juego de
efectos ópticos y reales. Son famosos sus "intaglios" que surgen de la
explotación muy hábil de los relieves blancos.

Antonio Grass tiene una abundante obra basada en el informalismo vigente
en Europa y el diseño precolombino del que es una autoridad, en los campos
del análisis, la estilización y esquematización. Ha trabajado con texturas y
grafismos que recuerdan el abstraccionismo, pero sus formas y diseño se
originan en el pre-hispánico.

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