miércoles, 3 de noviembre de 2010

Lucy Tejada

 
ImageSi por el origen caldense, si por los iniciales aprendizajes y por el concepto realista de la mayoría de sus obras, de la provincia de Cali en donde además tiene sus mejores murales, pero por las últimas concepciones estéticas y por el ambiente artístico al que pertenece , bogotana o de la provincia del centro, debiera ser Lucy Tejada, temperamento sensible si los hay, con delicada fibra artística, en cuya inteligencia han tomado fuerza las herencias de su estirpe intelectual.
Grabadora de suaves y femeniles matices, pintora de lírica entonación dentro de los cálidos ambientes que utiliza, muralista acertada, el talento pictórico de esta artista reconcilia al crítico con la provincia de Cali, en donde definitivamente hay que ubicarla. Porque si la autenticidad en la pintura es factor esencial que exige los propios recursos plásticos y veta aquellos que pertenecen a diferentes artes, esta pintura de Lucy Tejada es auténtica y, a fuerza de ello, sincera. Con una castigada sinceridad que no oculta la expresión lírica y el sentimiento profundamente artístico de la pintora. Dentro de una temática restringida y de carácter figurativo, surge la composición a base de renunciamientos y disciplinas constantes. Por ello la trayectoria de la artista se mide con pasos seguros, de muy sutiles y lentos desplazamientos. Todos estos pasos encaminados hacia la economía de las formas, la limpieza del color, la poda de los elementos. En un mundo donde la fronda todo lo inunda y humedece, en este ambiente donde los acentos dramáticos hacen constante énfasis sobre las vivencias humanas y aquí donde la brillantez es disfraz de la inteligencia y la improvisación moneda falsa que circula por todos los cenáculos, la pintura de Lucy Tejada aparece libre de efectismos y falacias, reducida a la esencia plástica porque ha renunciado a facilidades, a gestos, a improvisaciones, a llamados extraños, a todo aquello que puede calificarse como se tropical y engañoso. Y sólo ha dejado las notas de poesía necesarias para encender la economía pictórica.
En el grabado ofrece puntas secas y aguafuertes elaboradas con rara maestría, refinado gusto y un mágico aliento que los envuelve, vitaliza y eleva. No sé qué ambiente circunda esos grabados para que gocen de un carácter genuino, con cierto nostálgico sentido humano, como que en cada motivo queda plasmado el ambiente exacto sin necesidad de recurrir a histrionismos, ni a soluciones obvias de vestuario de paisaje, ni a préstamos dudosos. El factor externo, sin embargo, está allí preciso y verás, cálido en ocasiones, desolado y desértico en otras, familiar y cordial en los rincones hogareños, ingenuo y sencillo si de pueriles figuras se trata y siempre sincero, espontáneo y verídico, de manera que la coordinación entre la temática y la forma  no deja hendiduras, ni soluciones de continuidad, ni vacíos, ni saltos para que la pequeña obra artística plasme el modo, el tiempo y el espacio que la grabadora desea reflejar.
Difícilmente en esa línea limpia y obediente de los grabados de Lucy Tejada, puede dejarse de apreciar que se trata, de una obra de indudables valores artísticos, pero de profundas raigambres humanas y ello sin que la artista intente hacer arte comprometido, ni realismo social, ni arte nacional. Por el solo poder de la inteligencia, con el claro sello de la personalidad, esta magnifica artista colombiana está presentando una de las mejores muestras del arte en Colombia, en cuanto al grabado se refiere. Pues si estuviésemos forzados a calificar a Lucy Tejada en uno de los casilleros de las técnicas plásticas, no dudaríamos en llamarla grabadora sin que con ello subestimemos sus cualidades de pintora en cuya calidad iguales o semejantes observaciones a las antes expuestas tendríamos. Porque en sus óleos, de igual manera, son ostensibles los méritos anotados. Y en particular aquellos que hacen referencia a la autenticidad y al carácter poético que los anima. Sin arrebatos demagógicos, sin literatura ni sociología, sin gritos ni llantos, sin vestuario folclórico, ni utilería aborigen, sin voces populares o recursos arqueológicos se pueden desbrozar los caminos del arte para encontrar una voluntad de expresión acorde con la circunstancia. Y esto es ciertamente el principal hecho demostrado por la pintura y el grabado de Lucy Tejada, quien está diciendo al país con sus obras algo que va a ser muy difícil de refutar. 

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