Lucian Freud, el nieto del creador del psicoanálisis, pinta desnudos porque le permiten "ver los instintos y deseos básicos" de la gente. De alguna manera Lucian Freud continúa la tradición inaugurada por su abuelo de descubrir en las personas lo que está más allá de lo visible.
Como su abuelo, el pintor intenta llegar más allá de lo visible, algo que no deja de ser paradójico, tratándose de un pintor. "No es importante —dice— copiar apropiadamente al modelo. La pintura es todo lo que se siente sobre ella, todo lo que se piensa sobre ella, todo lo que se pone en ella cuando se la pinta". Lucian Freud quiere ver a la gente tan natural y física como si fueran animales: para que dejen caer sus "fachadas protectoras", como él mismo las llama, y así poder sacar de ellas cosas que ni las personas sospechan que tenían dentro. Cualquier similitud con el psicoanálisis no es, ni por asomo, mera coincidencia.
Parece que parte del secreto de esta "veracidad de la carne" que busca y encuentra el artista, reside en los materiales que Freud usa para pintar, en especial un pigmento granular llamado "blanco de cremnitz", que es mucho más pesado (con máscuerpo) que los óleos comunes.
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