Esta labor de evangelista, su devoción total y de entrega absoluta a la pintura, su sencillez y calidad humana, su labor docente y su trabajo como teórico y crítico de arte, hace un grato deber el tratar de sacarlo de debajo de los escombros que le han echado encima las falsas vanguardias para traerlo de nuevo a la luz pública. Empezaré por decir que la obra de Marco es una obra que tiene la discreción de ser la obra de un maestro, sin parecerlo. Su virtud mayor está
hecha de virtudes pequeñas: delicadeza, transparencia y limpieza de las formas, casi pudor de la mirada, sabor y gusto del detalle. Pero encanta sobre todo, por un sentido muy intenso del color, una sensibilidad especial para el color, enormemente lírica, por la cual nos conduce casi sin que lo advirtamos al mismo sentimiento y melancolía de nuestros paisajes caracterizados por un toque de languidez criolla.
Si a Marco no se le ha hecho la justicia que se le debe como pintor y no se le conoce como el innovador que es, esto se debe sin duda, a que su sentido de la forma es interior, y no dramático.
Mario Rivero
Tomado de la Revista Diners
Tomado de la Revista Diners
Pintor y muralista nacido en Bogotá, el 5 de septiembre de 1912, muerto en 1983. Históricamente Marco Ospina Restrepo fue el primer abstraccionista colombiano. Estudió en el Colegio de la Salle y luego en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, entre 1927 y 1934. Desde 1937 y hasta 1944 fue profesor de dibujo, historia del arte y técnicas de pintura en diversos colegios de Bogotá. En 1940 participó en el Primer Salón de Artistas Colombianos, con el temple Estalagmitas de Yomasa, primera muestra de su trabajo. A partir de 1944 y hasta 1973 fue profesor de tiempo completo de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional. En 1944 escribió el ensayo de interpretación estética Pintura y realidad. En 1948 formó parte del Salón de los 26, que congregó a los artistas colombianos más importantes del momento. Dos años más tarde ejecutó un mural para el Banco de Bogotá, en Cali. De 1952 a 1959 trabajó como profesor de la Universidad de América. En 1953 participó en la exposición "Pintura abstracta" en la Galería Buchholz de Bogotá, y obtuvo el primer premio de la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia por sus óleos. A1 año siguiente decoró la iglesia de Fátima, en Bogotá, obra del arquitecto boyacense Juvenal Moya, con murales, mosaicos y vitrales. De 1956 a 1958 fue profesor de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Marco Ospina – Subachoque 1970 – Óleo sobre lienzo 72 x 100 cm |
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