Roda es uno de los grandes maestros de la pintura colombiana y una de las figuras más influyentes del grabado figurativo en la América Latina de finales del siglo XX. Sus obras abordan una gran cantidad de tendencias y expresiones que retoman aspectos de corrientes vanguardistas de principios de siglo, como el expresionismo y el arte abstracto.
Desde su llegada al país, en 1955, Roda entró en contacto con prestigiosas figuras de la plástica nacional como Alejandro Obregón, Enrique Grau, Eduardo Ramírez Villamizar y Edgar Negret, e hizo parte del grupo de artistas más significativo de la época, llamado por algunos críticos e historiadores el ‘Grupo de los Trabistas’ debido al contacto permanente que mantuvieron con la crítica de arte argentina Marta Traba.
En otro escenario, Roda fue docente en la Universidad Nacional de Colombia y director de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de los Andes, en donde se convirtió en profesor y guía de varias generaciones de artistas colombianos, como Luis Caballero y Beatriz González.
Su rigor y disciplina lo llevaron a consolidar una obra magnífica, compuesta por un gran número de trabajos. En ella es evidente su compromiso como dibujante, su pasión como pintor y grabador y su fascinante capacidad para trasladar su trabajo de la abstracción a la figuración en técnicas como la pintura, la cerámica y el grabado.
Lo que poca gente sabe es que Roda tuvo otra pasión a lo largo de toda su vida: la literatura. En varias entrevistas aseguró que, desde sus inicios, su trabajo se concentró en narrar historias. Era un lector infatigable. No en vano viajó frecuentemente a Barranquilla donde fue gran amigo de los integrantes del grupo la Cueva, conformado por Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Zamudio, Eduardo Vilá, Alejandro Obregón, Próspero Morales, Nereo López, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas. Hay quienes aseguran que solo en la técnica del grabado encontró el medio adecuado para relatar, ser figurativo y explotar todas sus dotes como dibujante. En palabras del escritor y crítico Fernando Quiroz, “Cuando Roda trataba de componer un párrafo, no soportaba que sus manos se sintieran inmóviles mientras encontraba la palabra precisa. Entonces, dejaba que el lápiz se deslizara a su antojo, y la hoja terminaba convertida en un dibujo. Cuando descubrió su verdadera vocación, Juan Antonio Roda ya tenía muchas historias contadas con imágenes”. Historias atemporales que llevan mucho tiempo sin ser exhibidas y toman una mayor fuerza en un espacio de acceso al conocimiento y las manifestaciones del arte como la Biblioteca Pública que hoy inauguramos en la ciudad.
PROMETEO - Grabado |
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